miércoles, 23 de diciembre de 2009

CORRESPONDENCIA NAVIDEÑA


Bueno, para ser sincero me deprimen las fiestas. Bien podría yo, poner acá algun anuncio pelotudo que contenga algunas de esas frases de shopping como "Felices fiestas y próspero año nuevo". Pero no. No me seduce la cortesía.

Así que aprovecho la ocasión para hacer publica la carta que nunca envié a mis ex jefes. Y para suponer que con esta correspondencia termina la trilogía que comencé con dos ensayos anteriores: "Theres a place" y "Casas, Burton y Edward Bloom".

Debo confesar que me vinieron unas súbitas ganas de repetir una frase maradoneana de moda en los últimos tiempos. Pero prefiero que lo que se publica a continuación diga lo mismo, desde otra persepctiva y con otros mecanismos. No sé, me salió postear esto. ¿Cuál es?

Ah, me olvidaba... felices fiestas y próspero año nuevo. Si lo sé, me contradije. ¿Cuál es? Que la disfruten... Son de esas cosas que uno escribe y se siente liberado... pero liberado, liberado eh...

Nota: Mamá.. vos no la leas porque sé que te vas a agarrar la cabeza y repetirte que el que escribe no es tu hijo. Pero sí, lo soy.

A nuestros jefes:

Antes que nada y después que todo, quería agradecer. Por varias cosas. En principio, porque poder formar parte de este trabajo me ayudo a comprender y darme cuenta de un montón de cosas. Una de ellas, y supongo la más importante, de lo que quería para mi vida. También, porque gracias a este laburo pude conocer gente indispensable e invisible. "En la cultura de la exposición, la invisibilidad es un don", dijo Casas. Y trabajar en Gobernación es eso. Ser parte de la cultura de la exposición. Así que me quedo con las cosas invisibles y esenciales a los ojos. Pero no por eso, quería dejar pasar la oportunidad de hacerle llegar a los jerarcas (Alejandro, David y Eugenia), las razones de mi dimisión -que ya he manifestado oportunamente frente a Eugenia- pero que no sé si fueron acercadas en tiempo y forma-. Y como la mecánica del trabajo por el cual atravesé, me enseñó que cuando mando una gacetilla tengo que asegurarme que llegó, quería aplicar el mismo principio con mis argumentos.

En primer lugar, para ser sincero con mi orgullo, me fui para no darles el gusto de echarme. Los segundos o terceros lugares de argumentos, creo que pueden acomodarse al antojo de cada uno. El orden de los factores no altera el producto. Por ende, voy a seguir con el primero que se me venga a la cabeza. Así que acá voy:

Creo que se confunde predisposición y compromiso con/para el trabajo con capacidad de soportar un flagelo. Es decir: no cobrar. Y eso, son dos cosas totalmente distintas e inconfundibles. Tanto Eugenia, como Alejandro y David lo saben mejor que nadie. No tienen ningún machucon cognoscitivo que les permitan relacionar ambas definiciones, entre otras cosas, porque ambas son el agua y el aceite. Por otra parte, me surgió la siguiente pregunta: ¿Cómo alguien que no paga a término se atreve a poner en sus labios el concepto "predisposición al trabajo" cuando a la gente que trabaja para ellos, siempre se les adeudó meses de sueldo? ¿Acaso no hay mayor muestra de predisposición al trabajo que ir a trabajar sin cobrar? Recuerdo que cobramos ENERO en ABRIL. Un jet lag salarial importante, si se tiene en cuenta que para vivir se necesita plata. Esa que no dan a término por el trabajo que si se hace en término y en forma. Por cierto, aun se nos adeuda Septiembre y Octubre.

Después, hay demasiada altanería y exigencias que no están en condiciones de hacer (por más que sean jefes). Por la misma razón que la anterior. Nos deben. Desde lo personal, no me daría la cara para hablar cuando se está en esa condición. Como jefes que son, también tienen que preocuparse por el estado económico y las consecuentes necesidades de la gente que trabaja para ustedes, porque ustedes sin nosotros no son nada. Y continuamente, ustedes se vivieron olvidando de eso. Con intención, claro está.

Parrafo aparte merece el señor David Kempner. Una lástima que no haya tenido la misma altura que demostró tener en las reuniones de trabajo, cuando por aquella mañana de enero, lo llamó Fernando Peña y lo sacó al aire de La Metro. Lo noté un poco tartamudo. Quizás de chico tuvo alguna falencia fonoaudiológica, pero son meras especulaciones. No lo percibí así, cuando a un numeroso grupo de trabajadores, se atrevió a ningunear una reunión donde se pidió explicaciones por el retraso en los cobros del sueldo. Explicación que gambeteó con alguna incorcorndancia de "atribuciones de generalidad" para un encuentro que tenía como objetivo otra cosa. A su favor, tienen la suerte que los que trabajamos (o trabajaban) ahí, nunca estuvimos unidos en la toma de una medida de fuerza, que generalmente es lo común cuando suceden estos casos. No juzgo a nadie de mis compañeros, porque cada realidad es distinta y las formas de pensar son diversas, pero ellos -a diferencia de ustedes- no juegan con ninguna necesidad. Ustedes si.

Agradezco a mi sentido común, la puntualidad necesaria para darme cuenta de que no estoy dejando un trabajo, sino algo más, un conjunto de valores que -desgraciadamente- muestran las peores de las mediocridades argentas y las bastardización del periodismo como arte. A saber: La hipocresía, la falsedad y la obsecuencia del piropo. Me voy tranquilo porque no me traicioné y no necesité esconder bajo ningún pretexto la caradurez que sobra -y los huevos que faltan- para decir las cosas de frente - ni siquiera el del metafísico "sistema perverso de contratación" (esgrimido por nuestros jefes en más de una oportunidad)- o el inaudito "La culpa es de la Facultad que no realiza los tramites a tiempo para que ustedes puedan cobrar".

Asimismo, lamento que otros compañeros -por necesidades económicas o por las que fueran- no puedan hacer lo mismo que yo.

Seguramente, a partir del próximo segundo, seré declarado persona no grata y ejemplo a no seguir, para los que habitan el ecosistema de Prensa en Gobernación. También se me privará de una futura recomendación laboral para emigrar a otro lado. Me chupa un huevo. Nada de lo que digan, va a cambiar la imagen que la gente que me quiere y conoce, tiene de mí. Dudo que las personas que hasta el sábado jugaron con mis necesidades (y juegan y jugaron con las de mis compañeros), puedan decir lo mismo de los suyos.

No mandé ni publiqué la carta antes porque sentía que me faltaba una palabra que los pueda aglomerar y definir conforme a la imagen que me llevó de ustedes.Y de repente, hoy tomando mate y en las proximidades de las fiestas, la misma vino como por arte de magia a mi cabeza. No es la gran cosa, son sólo 6 letras que si se las ordena de forma correcta dice algo mas o menos así: GARCAS

Buen Provecho.

Nuevamente gracias.

Atte: Germán Uriarte

martes, 15 de diciembre de 2009

NO LO SOPORTO

¿Por qué siempre que voy al supermercado la señora que me antecede en la cola experimenta el impostergable deber moral de abonarle a la cajera con el cambio exacto?

lunes, 7 de diciembre de 2009

LOS PARANOICOS


Año de realización: 2008
Dirección: Gabriel Medina.
Guión: Nicolás Gueilburt y Gabriel Medina.
Producción:
Sebastián Aloi.
Intérpretes: Daniel Hendler, Jazmín Stuart, Martín Feldman, Walter Jakob, Verónica Perdomo y Miguel Dedovich.
Fotografía: Lucio Bonelli.
Música:
Guillermo Guareschi.

Muchas personas podrían haber interpretado a Luciano Gauna, pero Daniel Hendler es sin lugar a dudas el primer acierto de Gabriel Medina, que encuentra en el protagonista a alguien ideal para llevar adelante al personaje motor de Los Paranoicos: un adolescente tardío, solitario, introspectivo y de continuas procesiones internas, que se gana la vida animando fiestas infantiles mientras invierte el tiempo que le sobra en tratar de terminar el guión para su primera película.

Un sorpresivo viaje de regreso por unos días, trae la aparición de un viejo amigo suyo, Manuel, interpretado por Walter Jakob, que vuelve a Argentina junto a su novia Sofia (Jazmin Stuart), con el objetivo de lograr producir acá, el éxito que lo hizo famoso en España, la serie “Los Paranoicos”. Hasta ahí, la trama: dos jóvenes amigos que comparten una misma vocación con diferentes resultados: unos es exitosos, el otro no.

A ellos tres, se le pueden sumar Sherman, otro amigo de la infancia del grupo, de apariciones intermitentes y accidentadas, un portero fastidiable y colérico, el dueño de un supermercado chino y un guionista consagrado con el cual Gauna se identifica, pero no se termina de relacionar.

Esas no terminaciones del personaje de Hendler atraviesan todo el film y en ocasiones pecan de redundantes. Pero lo que se puede llegar a señalar como un error, termina siendo muy bien disimulado por el actor, que monta una personalidad perecida a la ya interpretada en El Abrazo Partido, aunque en esta oportunidad con mayor fuerza, quizás por ser este, el ley motive en el cual se basa la película y no el barrio de Once donde se apoya el film de Burman.

Como sea, Los Paranoicos tiene momentos impagables. Sólo para nombrar algunos, la escena donde Gauman se encierra para interpretar a un rock star cantando un tema de Todos tus Muertos o la pelea verbal –y no tanto- con el chino dueño del supermercado, mas buenos climas de tensión como la cena del reencuentro entre Manuel, Sofía, una azafata y él -o los- primeros planos logrados en la toma donde Hendler y Jakob pelean en un videojuego de box.

En el medio: disputas de amor, de reconocimiento, de jerarquías, inestabilidad y cobardías. Dos formas de abarcar al mundo que colisionan bajo un mismo techo. De fondo: buena musicalización, con apuestas a bandas como El Mató a un Policía Motorizado, Farmacia, Hamacas al Río y Doris y un homenaje a Bioy Casares

La primera obra prima de Gabriel Medina que cambia de piel y deja de ser el asistente de realizadores como Damián Szifrón o Martín Rejtman, y cierra así, su primera salida a la superficie que le garantiza una buena bocanada de aire para volver a sumergirse y producir. Hasta entonces.

martes, 1 de diciembre de 2009

YO TE PREFIERO ASÍ


Quién nos quita lo bailado.

Salud por eso.