martes, 21 de abril de 2009

KARMA POLICE


Me gusta mucho -pero mucho- este videito de Radiohead.

Y el tema, ni te cuento.

martes, 7 de abril de 2009

DE ESCAPISMOS Y RESIGNACIONES


¿A qué no saben qué? Últimamente estoy hiper sensible. No sé qué me pasa, pero cualquier cosa que veo por la calle me pone en jaque lagrimal. Cuando estoy así me gusta leer. También me gusta escribir, pero -como señalé en un ensayo anterior- a escribir lo encasillo dentro de aquellas actividades que anestesian un estado de ánimo indeseado.

Si a eso le sumo que hoy llueve, es muy probable que de tener un mauser en el cajón izquierdo de mi placard, el que esté escribiendo acá, sea otra persona y no yo, que podría estar con la cabeza eyaculando sangre por donde se la mire sobre la camilla de cualquier ambulancia del SAME, en dirección al Ramos Mejía. Pero bueno, recapacite un poquito –no mucho- y me dije “mejor me pongo a leer algo y después, si me dan ganas, escribo”.

Leer en mi caso funciona a modo de tregua, a diferencia de la narrativa que según Gabriel Reches “es, a lo sumo, un porrito”. ¿Se entiende? Leer es un escape pero no una terapia como escribir, aunque en el fondo, en el patio del fondo, se toquen y se gusten.

Desde que mi amigo Ignacio vino a mi casa de Balvanera, mi biblioteca se agrandó en forma considerada y con ella las opciones de lectura. Sobre un placard viejo, en la parte superior están los libros de él y sobre la parte inferior están los míos. La biblioteca de Ignacio varía entre lecturas algo más combativas y Hemingway. A Ignacio le gusta Hemingway. También las poesías y Neruda. A Ignacio también le gusta Neruda. Supongo que por eso, tiene facilidad para la poesía, virtud que le envidio porque yo nunca podría escribir una, aunque no me falta nada de lo que Rilke consideraba esencial para escribirlas. Yo también amé, gocé, vi nacer y morir, con la diferencia que lo hice en el siglo XXI, donde se muere por otras causas.

Como decía, ahora llueve mucho, y ando un poco sentimental y por esas cuestiones de la vida, estoy escuchando un poco de Conor Oberst, cuya melodía repunta el estado o lo sumerge mucho más. -A veces, paradójicamente, se necesita ahogar algo para cambiar de aire-. En fin, en su último disco, el líder de Bright Eyes, asegura en una de sus canciones, que el primer viaje a la luna “no fue otra cosa sino el mejor escape de la humanidad”. Oberst fue catalogado desde hace un tiempo por la prensa norteamericana como el “nuevo Dylan” y aunque también afirma que “no hay nada que el camino no pueda curar”, en una especie de contradicción interna, el suicidio continúa siendo un tema recurrente en sus letras.

Mi amigo Ignacio trabaja en un call center, vendiendo seguros de vida a portadores de tarjetas de crédito. Cada vez que llega a casa se replantea el lugar laboral que el sistema en estos momentos le hace. Se rasca la cabeza, se le hinchan los ojos y jura irse cuanto antes de ahí. Tiene talento, sueños y valores. A Conor Oberst le falta mucho para ser como Dylan, pero el presente de Ignacio no tiene nada que envidiarle al tema “La granja de Maggie” que Bob, compuso hace ya unos cuantos años: “Tengo mi cabeza llena de ideas y acá me obligan a lavar el piso”. Letal.

Por suerte, Ignacio tiene sus escapes que no son los suicidios, que no son otra cosa que una salida permanente a un problema temporal. Pero como el ser humano es un complejo sistemas de cromosomas, vicios e historias pendientes difíciles de superar, millones de personas eligieron el adiós eterno para darle un escape a sus problemas. Por ejemplo, el “Malevo” Ferreyra, que de eso entiende, y mucho.

Sino, pregúntenle a los de Crónica que ni lerdos ni perezosos cubrieron su tiro de gracia con una obstinada música trágica, que empujaba a su conciencia suicida, susurrándole al oído “pegatelo ahora ¿qué esperas?, mirando a la cámara 1 por favor”. Carozo y Narizota, estupefactos y valga la redundancia: sin salida, hasta que vino Riverito y se puso a cantar la quiniela a la espera de la placa roja que con música tétrica y la leyenda de “fue primicia de Crónica TV”, anunciara que en breves instantes iban a repetir el “lamentable” episodio. Así estamos, hoy Crónica encabeza la campaña a favor de la pena de muerte en el país, con informes ridículos que alimentan la lipotimia neuronal de Susana, que recluida en Punta del Este, se autodenomina la vocera del pueblo. A CNN se le hace agua la boca.

Pero si hablamos de huir, pero de huir de verdad, Eric Weiss era infalible. Weiss nació un 24 de marzo en la ciudad de Budapest. Fue fuertemente influenciado por un ilusionista francés llamado Jean Eugene Robert-Houdin. Tanto lo fue, que en efecto, Weiss decidió cambiar de piel y autodenominarse “Houdini”. Con él, nacía la leyenda más grande dentro del escapismo. La historia cuenta que Houdini tenía una gran habilidad para escaparse de baúles cerrados con candados, de esposas, de sogas, de chalecos de fuerza, de cadenas y de todo aquello que lo quisiera hermetizar. Para tales proezas, el escapista ocultaba ganzúas, llaves y otras herramientas en los distintos orificios de su cuerpo, y hasta se ha llegado a decir que tragaba algunos elementos y luego los vomitaba. Sea como sea, Houdini marcó tendencia y siempre tuvo una salida al alcance de la mano.

En “El Abrazo partido” de Burman, el padre de Ariel (interpretado por Daniel Hendler) abandona a su familia por un ideal claro: ir a pelear a la guerra, aunque con el correr de la trama hay otra razón que justifica su huida, un engaño por parte de una mujer a la que creía de una forma y resulta ser de otra. En el medio, Ariel busca su lugar en el mundo y Elías (el padre en cuestión) trata de acercarse a él, que permanece obstinado en creer que su papá fue un garca que hizo y deshizo como quiso y ahora aparece en su vida porque si. Sobre el epílogo del film, la madre de Ariel confiesa la verdad que hasta ese momento no se sospechaba y las cosas repentinamente cambian de enfoque. En una de las últimas escenas de la película, Elías mientras toma un café con su hijo en el barrio de Once, dispara algo que dice mas o menos así: “No importa con quien te caguen, puede ser cualquiera, el problema es como seguimos”.

Supongo que en ese entramado de ver como seguimos es donde el ser humano se reinventa día a día. Es ese instante que nos permitimos para ver como se sigue, o no. La resignación, decía Balzac, es un suicidio cotidiano. La procesión va por dentro y los escapes es la exteriorización del resultado de esa procesión.

A veces escaparse es no dar la cara, y otras, escaparse es tener ingenio para resolver una situación indeseada. Poner patas arriba lo que parecía abominable. La acción que el hombre medio levante, lo encasilla en uno u otro lado. La ambigüedad del término en sí misma no es más que la pluralidad de definiciones que puede llevar consigo una palabra determinada. Somos lo que hacemos en el instante que lo hacemos y se dice que el ser humano educa con lo que construye y no con lo que dice. Básicamente, en esto radica la diferencia entre Ferreyra y Houdini y lo mismo puede aplicarse al resto de los mortales.

En fin. ¿En que estaba? Denme un segundo, me voy a tomar un tiempo para rearmar este rompecabezas repleto de imágenes y palabras desordenadas, que entre Dylan, Ferreira, Susana Gimenez, Riverito, Carozo, Narizota y Houdini hay un abismo inseparable y veintisiete galaxias. Mejor, voy a salir disparando para el lado de Ignacio -como hacen muchos-.
Afuera, hoy es un día de lluvia. Dos o tres veces –no recuerdo con exactitud- me asome por la ventana y vi como la gente se destrozaba entre sí. Supuse que Ignacio en otro punto del país debería estar escribiendo.

Y hoy si, hoy tengo ganas de amarrar todas las cosas que tengo y tirarlas por el balcón, de preguntarme ¿por qué no? ¡¿Y si este día le doy vía libre a la angustia y después la paso a buscar?!

Gracias Ignacio, te debo un poco más que este final, que por cierto, ya es tuyo. Es este el día que tengo que ser lo que sea y no lo que soy. Absolutamente. ¿Te suena?

Ahí tenés un caso.