lunes, 19 de octubre de 2009

ALL YOU NEED IS LOVE

Es impresionante lo que se enamora la gente en el subte.

martes, 13 de octubre de 2009

THERE´S A PLACE


“Hay un lugar al que puedo ir
cuando estoy bajoneado, cuando estoy triste
y es mi mente
y allí no hay tiempo
cuando estoy solo”.

The Beatles (Lennon-Mc Cartney)

Miro desde la ventana de mi trabajo, con una resaca marginal, los ecos de un recital en Plaza San Martín. Desde hace un tiempo, sueño con las ganas de viajar y de tan sólo ratonearme con la idea, se me hace agua la boca y se dibuja un gesto cómplice. Viajar. Dejar de trabajar para gente asquerosamente responsable y nerviosa, que pretende tener en el diámetro de sus ojos, esa métrica aceitada por una elongación del radio eficaz de sus retinas, que le permita ver todos los movimientos que hacen las personas que tienen a su cargo. Una omnisciencia mecánica y empalagante.

Sábado estupendo en La Plata. Una luz trascendental y una temperatura que susurra los 20 grados. Diez televisores y un audio saturan -puertas adentro- el micro ecosistema de una oficina gigante en algún rincón de esta casa enorme, condenado a habitar hasta las ocho de la noche todos los fines de semana.

Las ventanas fueron hechas para eso, pienso. Para blindar con un vidrio los lugares que se reservan el derecho de admisión. Una mirada más esperanzadora, podría argumentar que se pueden abrir para pasar a formar parte de esa dimensión que se añora, pero no es esta la mirada que acostumbro a tener los días en que la gente descansa y yo cumplo horarios. Afuera, el sol le inclina el cuerpo a los instantes para ejercer su porción de patria potestad que detenta en la primavera, y adentro, un videograph de TN reza que en el senado las cámaras empresarias pidieron cambios al proyecto de Ley de Medios K. Por cierto, yo la apoyo.

Ya hay pocas cosas que –por estos días- asalten la capacidad de sorpresa de las personas. Por eso, supongo, que la calle está cada día más llena de locos y de gente que vive inmersa en otra realidad que no sea esta que prefieren vivir otros, destinada a morir en la eyaculación precoz de un futuro hipotecado por servir a gente de poder, o por padecerla.

Yo estoy acá. Encerrado, ahora, en tiempo y forma, con luz artificial de focos de bajo consumo y con ese sol radiante y redondo detrás de estos marcos de madera.

Si hay algo de lo que estoy seguro es que no quiero esto para mi vida, me digo. No tengo ganas de traicionar al superhéroe que quise ser de niño, cuando corría por el patio de la casa de mis abuelos, sin preocupación alguna. Feliz. Sin nada, sin todo. Con mucho.

Por eso debe ser que vivo resignificando las cosas, volviendo al pasado o creyendo que estoy de viaje. Porque no quiero este presente de oficina y ruido de impresora, saturado de información, leyendo la cablera de Telam y escuchando lo que dicen del gobernador por Radio 10. Yo quiero escribir. Y punto.

También quiero viajar. Aunque con el sueldo atrasado no se pueda ir a ningún lado. Quiero estar bien lejos. Frente a algo imponente. Con ruido de mar. Con ruido a nada. Con este sol hijo de puta y esquivo. Con lluvia. Viajando. Por eso cierro los ojos y que TN fluya o que Boca pierda sin ideas, como pierde frente a Estudiantes. No me importa.

Yo ahora estoy en otro lado, en otro tiempo mejor a este, riéndome del status quo del caos, sin marcas, sin fantasmas. Con una brisa que genera un escalofrío cómplice. Con arena en mis pies, con barro en las manos. Sin nada que hacer y todo por delante.
En ese patio, en esa casa, con esa pelota, con la angustia de Fela por ver que el balón pasa tan cerca de las rosas. Volviendo de la panadería con mi abuelo. Abrazándome con todos, porque definí cruzado. Soy el 9 del barrio, el héroe de la manzana 3 del Santa Teresa. ¿Entendiste?

En otras coordenadas. Vaciando ese kiosco del barrio Balbín, empachándome de chocolate con maní., Chonik creo que se llamaba. Inmortal. Viendo un Gráfico viejo, cerrando los ojos e imaginándome ahí, donde ahora está el Beto Márcico. Incansable. Viendo a mi mamá preocupada. Yo no tengo preocupaciones. A lo sumo que el terrome no dicte que tengo que contar en la escondida, porque voy a sufrir como nunca para encontrar a esta manada de pibes en toda esta hectárea de cemento.

Sin preocupaciones de minas. No me fijo en las minas, soy chico para eso. O mejor, no. Ahora soy más grande. Estoy con vos. Enamorado, hiper enamorado. Ultra enamorado. Mega archi hiper enamorado. Sin celulares por medio. Sin mierda. No existe la mierda, no existen las preocupaciones. No existe la guita que puedas ganar. Vos y yo y el efecto invernadero que se está cargando el mundo.

Me chupa un huevo, que la rubia tarada almuerce la agendita con cara de habitué y venere gente de saco y corbata. No me importa. Cada segundo para mí es egoísmo puro. Planeemos una vida juntos, mejor dos, mejor tres. Jubilémonos juntos. Paguemos el monotributo a tiempo. Te levanto con el desayuno. Me levantas con el diario. Vámonos de vacaciones a San Luis, a Tandil, a todo o nada. Dos nenas. Dos pibes. Uno y uno. El labrador en el patio ¿Cerramos trato?

Wait a minute. Mejor vuelvo a Ushuaia. Lejos de todo. Cerca de nada. A conocerme otro rato. A ponerme en el frezzer hasta nuevo aviso. A volver más flaco de lo que soy. Consumido por los vicios. A escribir crónicas. A que el rosarino cuente anécdotas en la mesa 13 de Dublín. A que el negro muestre los tatuajes y Moni hable de lesbianismo. A yugarla.

¿Y Bolivia por qué no?

Ya me dijiste lo que quería escuchar. Voy a seguir cerrando los ojos. Descansar la vista y activar la mente. El sol no afloja y la temperatura apela al fade out. Un leve viento hace crujir las maderas del marco de esa ventana y las cortinas se sacuden la modorra. Ahora ese ritmo se descomprime, y desde un handy, una voz -entre neurótica y compulsiva- grita ¿Che, Germán, te acordaste de mandar la gacetilla?

domingo, 4 de octubre de 2009

ELEMENTAL, MI QUERIDO WATSON


Estimado Co-equiper:

Releyendo a Nietzsche, descubrí que la mera existencia de fenómenos morales no persisten en el tiempo por sí solos; si no que dependen de los juicios propios, de todo aquello que internamente, juzguemos correcto o no.

Supongo que luego de tal afirmación, sabrá entender que ya no le debo más disculpas.

Saludos cordiales.

Sherlock