martes, 30 de junio de 2009

ANARQUISTAS DEL AMOR (2° Parte)

Querido “Beto” Cuevas:

Sepa usted, antes que nada, que mi acefalía epistolar se debe a que he estado ausente de casa este último mes. No es mi intención traerle malos recuerdos pero he pasado las mejores vacaciones de mi vida junto a (valga la redundancia) la mujer de mi vida.

Afortunadamente, un hombre seguro de su suerte no tiene que revisar celulares ajenos, ni llevarse sorpresas ingratas dignas de encuentros extramaritales del tercer tipo. No es mi caso.

Ahora bien, si me disculpa, tengo un par de críticas que hacerle. La primera de ellas es una acción que debe dejar de contemplar. Me refiero al Máuser en su cajón, sabido es que los suicidios son una solución permanente a un problema temporal.

El término “solución permanente” es sin dudas seductor, pero sepa también que ese permanente lleva implícito un sin retorno que deriva en la no existencia. Es decir, usted cesaría de respirar, moriría. Un final trágico sin dudas, sobre todo si tenemos en cuenta que no va a poder completar la lista de personas a asesinar y su ex mujer saldrá impune de tamaño crimen.

Le dejo mi primer mensaje: Transgreda las pautas, muera por su causa.

Con respecto a sus lecturas filosóficas debo advertirle que no son completas, o al menos, son irrisorias.

No se ofenda, pero acusar a Thales de Mileto no sólo es un acto primitivo sino también limitado. Sepa usted que Thales era un filosofo presocrático, es decir, que está pagando los platos rotos alguien que dejo de existir mas o menos 560 años antes de Cristo y usted es de la época de los celulares y la Internet.

Si bien, Thales fue el primero en dar respuestas racionales a los problemas, también es cierto que estos problemas estaban más vinculados con la geometría y no con las tragedias de la vida humana. Por otra parte, cabría destacar que fue más conocido como astrónomo que como filósofo en sí.

Si volvemos a su pensamiento, es de conocimiento público que en el amor no hay lógica, por lo que amoldar un sufrimiento emocional a concepciones derivadas de un genio astronómico sería como pretender que un chapista explicara la teoría de la relatividad.

Es verdad, que al igual que Pitágoras, Thales se preguntaba por la realidad y estaba sorprendido por las regularidades que había en el mundo; pero sepa también que esos pensamientos evolucionaron y se han llegado a mejores conclusiones (sin desmerecer éstas).

Han aparecido hombres como Sócrates, conocido como el maestro por excelencia, un filósofo que creía en el conocimiento de la verdad objetiva e incluso que se ha tenido que pelear con los Sofistas que al contrario de su pensamiento, relativizaban la verdad.

Sino, consulte por Platón que escribió diálogos donde Sócrates (su maestro) hablaba con los sofistas. Un adelantado.

Ni hablemos de Aristóteles, discípulo de Platón hasta que se cansó. Se preguntaba cual era el fin de la vida humana y logró deducir que la realidad estaba confrontada por dos mundos: El sensible, donde todo cambia y el de las ideas donde reina lo inmutable.

Con lo cual, ya le puedo adelantar que quizás por este lado estaría la explicación a lo que le esta pasando. No se alarme, pero el secreto del fracaso en las parejas radica en que después de un determinado tiempo, la mujer quiere que el hombre cambie y el hombre quiere que la mujer no cambie jamás, que vuelva a ser la misma que conoció.

Llamativamente, los resultados son inversamente proporcionales a los que se esperaban, sucede una especie de eclipse porque la mujer es la que cambia y el hombre tiende siempre a ser el mismo.

Con respecto a su apreciación Nietzscheana, sepa que ésta es irrisoria porque la visión que Nietzsche propone no es tan negativa como la suya. Si lo hubiese leído con detenimiento y absteniéndose de los Martinis, se daría cuenta que está manejando conceptos erróneos.

Según Nietzsche, el ser humano está determinado por dos fuerzas regidas por los dioses de la apología: Apolo y Dionisio. Apolo, es el dios de la armonía, del equilibrio, Dionisio, el dios del vino, de la exhuberancia, de lo exótico.

Ambas fuerzas son igualmente importantes, están en nosotros y no debemos negarlas. Por ende, me extraña que creyera en la fidelidad absoluta, sabiendo que las personas conviven con dos personalidades distintas dentro suyo ¿O usted nunca pensó en engañarla? Sepa que si me dice que sólo Apolo rige su conciencia, esto es poco serio.

Por otra parte y volviendo a Nietzsche, éste aboga por sacar la autenticidad, es decir, recuperar la visión dionisiaca para crear lo nuevo, que es la cosa nunca vista, o sea, romper con la monotonía de la historia.

Desde mi humildad, yo creo que eso es lo que usted necesita, componer sus valores, lo que usted quiere para sí. Lo que Nietzsche llamaría un verdadero acto de libertad, Cuevas.

Recuerde que el pastor de Zaratustra logro ver la luz al final del túnel.

Sin más por ahora, y a la espera de buenas noticias le deja sus saludos cordiales, Watson.

Nota: En caso de que decida terminar con su vida, le suplico tenga la atención de regalarme su colección de discos de jazz.

viernes, 26 de junio de 2009

ANARQUISTAS DEL AMOR (1° Parte)

Lo que se va a leer a continuación es una anomalía. "Anarquistas del Amor" fue escrito hace tiempo y puede ser muchas cosas, pero -por sobre todas ellas-, busca reflejar la necesidad de las personas por encontrar explicaciones a manifestaciones que -en ocasiones- carecen de lógica.
Dos filósofos catedráticos, (uno de ellos caído en desgracia amorosa y el otro disfrutando de una relación sentimental asentada) discuten acerca de las consecuencias del amor y lo desgajan, analizándolo desde diferentes posturas filosóficas y atravesándolo por distintos filósofos y diversas etapas del pensamiento.
La historia, también deja al desnudo como las personas -por más letradas o ignorantes que sean- son contradictorias por naturaleza humana y utilizan los argumentos que le quedan a mano para ganar cualquier discusión al precio que sea.
El cuento tiene la particularidad de ser escrito en forma de correo epistolar. Diez partes, diez cartas. Esta es la primera de ellas.


1° PARTE

Estimado Watson:

La constante tensión nerviosa que desde hace tiempo me domina, ha llegado a dañar mi aparato psíquico a punto tal de experimentar una aversión al trato humano que mis allegados no han dudado en calificar como misantropía.

Hundido en el más profundo disgusto por ser este el día número quince sin recibir correspondencia suya, me acomodé en el sofá y con un Martíni de por medio me dispuse a leer un poco de filosofía antigua.

Para mi grata sorpresa, creo haber descubierto alguien más que a partir de este momento pasa a formar parte de mi lista de personas a asesinar.

El mismo lleva el nombre de Thales. Usted seguramente se preguntará por qué. Pues bien, la causa es sencilla. Thales fue el primer hombre que dio una respuesta racional a sus preguntas. Esto quiere decir que hasta su aparición los problemas eran atribuidos a los Dioses.

Tal afirmación, me llevó a la conclusión de que las evoluciones en los pensamientos no siempre nos juegan a favor. Ya que por ejemplo, en mi caso, podría atribuir la desvinculación de mi novia a vaya a saber qué Dios y no al tipo que se acostó con ella, o a ella en sí.

Lo sé, es una sensación muy retrograda la mía. Roza la primitivo querer dar tamaño salto hacia atrás en la historia, pero créame que en situaciones desesperantes uno hasta desea no haber nacido. Al menos, me consuela saber que en este mundo también hay otras personas que la están pasando tan mal como yo. Eso es indefectible.

De más está decir, que son sentimientos muy bajos los míos, pero últimamente empiezo a frecuentar mutaciones insospechadas y de las cuales nunca creí que iba a tener que hacerme cargo. “La lista negra” la completa mi novia, mejor dicho ex novia desde el viernes pasado.

No obstante, tantas horas de auto psicoanálisis en la ducha, también me han llevado a retomar concepciones propias de otro filósofo, un tanto más moderno y que hace poco más de cien años murió. Se trata de Nietzsche.

A veces, creo que el amor es la concepción Nietzscheana de la filosofía de la historia, la imagen de la serpiente incrustada en la boca del pastor. Yo se que Nietzsche estaba un poco loco y tuvo notables síntomas de desequilibrio mental, pero dígame si ¿no es verdad que el género humano cae en la insoportable levedad de tener que repetir continuamente el circulo del amor (vicioso por cierto) que lo destruye y retroalimenta?

No hay nada que hacerle, el amor es lo que era la historia para Nietzsche. La idea del eterno retorno, la imagen de la serpiente mordiéndose la cola. Que digan lo que quieran de los aforismos de “Así hablo Zaratustra” pero Nietzsche tiene razón, en la historia no hay evolución posible porque siempre se vuelve a repetir.

A mi entender en el amor pasa lo mismo. Cuando creemos haber encontrado a la mujer ideal, la misma se desvanece en el aire. Y es acá, donde se cristaliza la idea del eterno retorno. Volvemos a besar la lona.

¿Lo ve Watson? Así en la historia como en el amor. Creemos evolucionar pero es un mero espejismo. Tarde o temprano la historia se repite y se seguirá repitiendo.

El tiempo es un círculo, es una sucesión de “ahoras” y la verdad es un problema bastante complejo, por cierto. Todo lo que está por venir ya pasó, por lo tanto no hay novedad ¿entiende? No hay progreso ni en la historia, ni en el amor.

Me encuentro entre la espada y la pared. Yo soy el pastor del que hablaba el sabio Zaratustra. No puedo soportar la idea de la eternidad personificada en la serpiente. Esta idea se me mete en el cuerpo y me ahoga.

Necesito urgente otro Martini.

Ok, sí. Estoy siendo un poco pesimista, pero qué concepción quiere que tenga un académico como yo, luego de ir de vacaciones con su mujer y descubrir revisando su celular que la misma lo engaña con un tipo veinte años mayor.

Créame, estoy muy mal anímicamente y hasta hay tardes en donde miro de reojo el cajón donde guardo el Máuser.

Que la lógica se me deshaga en la boca (o donde sea).

Lo saluda atentamente, un apesadumbrado “Beto” Cuevas.

Nota: Responda antes de que sea demasiado tarde.


Germán Uriarte

viernes, 19 de junio de 2009

TONIGHT, TONIGHT



Este mas que un video, es un cuadro surrealista.

Y una canción que me trae muchos recuerdos de nieve, frío y bares en el sur. Bien al sur.

martes, 9 de junio de 2009

CHARLANDO CON JOE TROMPETA


Tocó con Sumo, con Las Pelotas, con Divididos, Charly García, Los Piojos, Los Ratones, Los 7 delfines, Los Caballeros de la Quema, Sui Géneris, entre otros. Trabajó con Castello, Bonadeo y Pettinato, Escribió en la TXT. Grabó discos que fusionan jazz y funk, el último de ellos “Bell Vill”, junto a “SuperChatarraEspéshal” recibieron el premio Gardel como mejor disco de jazz. Está por editar tres libros y actualmente conduce su programa en la Rock and Pop y a la noche hace radio junto a Dolina. Entre tanta vorágine, se hizo un tiempo para esta entrevista.

"Soy un cantante de jazz de protesta"

Tácticamente hicimos bien: fuimos dos. Sobre la calle Freire al 900 hay olor a productora y a radio, también hay varias 4x4 y seguridad privada y gente que transita por los medios. Está Elizabeth Vernaci que mientras monta con su hijo a la camioneta, organiza para juntarse con su equipo de radio para festejar quién sabe qué, en algún bar de Plaza Serrano, está Humberto Tortonese, con su pelo largo intacto y Gabriel Rolón con una mochila a cuestas. Son las siete y cuarto, y adentro, en los estudios de la Rock and Pop que se conectan con La Metro, está girando Falso Impostor, el programa que desde 2008, Gillespi lleva delante de 19 a 21 junto a personajes como Alfredo Rosso, Pepe Terminiello y Enrique Symns. Sabemos que es así por el horario y porque en el mp3 de Ignacio retumba la inconfundible voz de Joe Trompeta.

La cita era a las 9 de la noche y ahora que lo pienso bien, creo que exageramos un poco con eso de estar una hora y media antes de lo acordado. Colegiales tiene su microclima instalado, con algunos bares estratégicamente puestos cerca de la radio y hacia uno de ellos vamos, con el único fin de acelerar el paso del tiempo y pulir lo que teníamos en la cabeza previo a la entrevista. Una cerveza bastó para que sean cerca del horario acordado y retomemos el camino hacia la radio. Una vez ahí, nos sentamos sobre dos sillones y clavando nuestras miradas sobre un televisor postrado en TN, nos dedicamos a desengranar cómo en el Congreso se trataba la urgencia de adelantar las elecciones y se le pedían explicaciones a un senador kirchnerista por las interferencias que habían sufrido las señales de Artear en alguna provincia que ya no recuerdo.

En eso estábamos, cuando un tipo de anteojos y rulos baja por una escalera y desliza un soberbio “¿Estos son los dos periodistas que me estaban esperando?, ¿No había otros mejores?”. Nos miramos entre nosotros y nos damos por aludidos. Es lo que hay.
La hacemos afuera, sentados por ahí, sugiere Marcelo Rodríguez mientras termina de saludar a personal de seguridad y dispara una broma. En efecto, ahí estamos, en el ecosistema barrial que propone colegiales, con un reporter y dos morrales, con gente que nos pasa por al lado indiferente. Con Enrique Symns y sus canas al viento saludando a Gillespi por nuestras espaldas, con un tipo que nos escucha mientras le contamos que de que trata la revista nos pide que le alcancemos una y que nos empuja a estrellarnos contra lo impuesto, como alguna vez hizo él cuando comenzaba en esto y justamente es ahí, cuando Ignacio se abalanza y escupe una pregunta acerca de la identidad.


¿Cómo fue Marcelo Rodríguez antes que Gillespi?

Era un tipo inquieto. Eso es fundamental, ya tenía el bichito de que quería laburar en este tipo de cosas. Me orienté para el lado de la música porque es mi pasión. Tuve la suerte de conocer a Roberto Pettinato en los años 80. “Petti” era muy emprendedor, es un tipo genial y haberlo conocido y compartir experiencias como músico me facilitó mucho las cosas.
Cuando “Petti” empezó a laburar en los medios yo era su amigo, éramos muy pegados en ese momento y el mismo me llevó, me arrió a las cosas que el hacía con funciones de guionista por ejemplo.
Así arranqué en el ’91. Laburamos juntos en distintos proyectos hasta el ‘98. Después cada uno emprendió su camino.
Se tarda un montón de tiempo en poder tener una soberanía en lo que vos querés hacer. Hasta hace pocos años laburé en proyectos de otros, compartiendo mesas de trabajo en la radio, programas a los que me invitaban a participar pero no eran exactamente lo que yo quería hacer.


Tenes un humor muy particular, difícil de encasillar, ¿cómo lo definís?

Mi humor es un humor de observación, no es un humor libreteado, no es un humor de remate típico. Lo mío es simplemente observar y poner el ojo en esas cosas que son costumbristas de la vida cotidiana. Pasa por ahí.
Es el humor del tímido, que no habla en una fiesta y es el más hijo de puta porque está mirando todo desde afuera
Referentes humorísticos no tengo. Me gusta mucho Groucho Marx, pero tampoco me fumé todas sus películas, me gusta sus frases sueltas, me gusta su autobiografía “Groucho y yo”. Pero tampoco es un referente.
Pueden serlo Capusotto, Alberti, Casero, Mex o Roberto Pettinato que son todos amigos, ese club es el que a mi me copa y en el que me siento un poco allegados a ellos. Pero si me preguntas, por tipos clásicos como Alberto Olmedo te digo que no, “Pepe” Biondi, “Tato” Bores, lo mismo: no. No tengo influencias muy marcadas en ese aspecto.


Sos un exiliado de la TV. ¿A qué se debe tu alejamiento y la desaparición de personajes como Aníbal Hugo y San Felipe?

La tele no me copa. Lo que tiene de bueno es que paga muy bien, el tema económico es zarpado, pero el medio televisión de aire, lo que estamos acostumbrado a ver, no me gusta mucho.
Aníbal Hugo y San Felipe, básicamente son prolongaciones de mi personalidad. Yo los maté a esos personajes en el sentido de que no quería quedar atrapado tipo Eber Ludueña. O sea, quería proyectarme como mi propia persona y siempre tenes esa tentación que viene de afuera que te proponen hacer esos personajes. Fue una cosa que a mi me divirtió mientras lo hice pero no quería explotarlos demasiado


Sencillo. Gillespi habla de su presente mientras en una especie de tic nervioso acomoda sus anteojos cada dos por tres y gesticula con sus manos. Frente a él, intercambio el reporter de mano hasta que la que lo sostiene se cansa. Ignacio permanece inmutable, sentado en los escalones a la derecha del entrevistado. El hombre en cuestión, estudió psicología un par de años y dejó. Sentía que su verdadera vocación era la música. Aparentemente no se equivocó aunque sostenga que para él, no toca tan bien la trompeta.
“Nadie sabe lo que es tocar la trompeta”, asegura. “La trompeta es un instrumento que lo inventaron en el 1900, estamos en el 2009 y no hay una trompeta que toque sola. Es el mismo instrumento y te lo bancas así o nada, trabaja con la musculatura de la boca, que a los tres días no las tenés más, por lo tanto la tenés que tocar siempre y es muy sacrificado. Nadie sabe lo que es tocar la trompeta, el que toca el piano toca con un hueso, en cambio, la boca es un pedazo de carne que no tiene ni forma y que vos lo tenés que templar como si fuera un dedo”.
Metódico. Dispara un par de palabras después de cada pregunta, sostiene la cabeza con la mirada perdida y las cejas levemente levantadas, se toma un tiempo para pensar lo que va a decir y continúa ampliando lo que en un momento parece a tientas y oscuras, una respuesta concisa a la pregunta.


Sos de alternar monólogos de humor con música ¿Eso viene de la época tuya donde recorrías escenarios con Sumo o apelas a la espontaneidad?

Es una forma de hacer más llevadero el concierto. Cuando uno enfrenta un concierto de música instrumental afronta una cosa que puede llegar a ser un plomo infernal para la gente, incluso, para uno. Entonces por ahí tocamos tres o cuatro temas instrumentales, con solos de un músico o de otro y de repente se torna un plomo y ahí es como que agarro el micrófono y empiezo a deformar con lo que me pasó. Se me ocurren cosas que observé en el pueblo en el que estoy, de cosas que leí de repente en el diario, improviso un monólogo que toma ribetes de stand up sin querer. Se torna una situación humorística que la desarrollo hasta que da, hasta que me retorna las ganas de seguir tocando, de seguir escuchando a mi banda y ahí empezamos a tocar tres o cuatro temas al hilo y vuelvo a hablar, pero es muy espontáneo, no lo tengo planificado.
Lo que me saca los nervios es esa cuestión, es romper esa barrera con el publico que esta ahí. Cuando yo rompo eso y ya hay comunicación se me van los nervios porque es como estar hablando con ustedes pero con 200 o 300 tipos. Es la misma situación.


¿Cómo definís a tu banda, mas cercana al jazz o al funk?


Mi banda es una banda de músicos que tranquilamente pueden tocar jazz a muy buen nivel, pero el líder es medio rockero. Yo escuche más a Spinetta que a Louis Amstrong. Y escuché mas al rock nacional o el rock sinfónico, Pink Floyd que el jazz.
Entonces tengo una información cruzada. Muchas veces a mi me dijeron vos sos el mas rockero del jazz y el mas jazzero del rock. Estoy medio en ese lugar raro.


Trabajaste con Castello, estás con Dolina, el programa Falso Impostor va perfecto, la banda genial, ¿qué proyecciones estas planeando? ¿Cómo te sentís hoy?

Son personas que yo idolatro, soy fan de ellos, fue un gusto laburar con Adolfo Castello, fue un gran satisfacción personal y profesional. Yo tengo la suerte del que me llama a mi a laburar ya sabe quien soy y eso te tranquiliza un montón, es como que no tenes que dar el examen de ingreso entonces eso ya a mi, no me genera nervios.
Después, este año voy a tener varias apuestas mías que no son nuevas. Van a ser tres libros que ya lo tengo escritos y entregados a las editoriales.
No es fácil encontrar la editorial justa porque es como una novia. Son tres libros muy distintos, dos salen en este año y el otro sale en el 2010. Los tres salen con editoriales distintas, con lo cual todo es una deformidad.
A través de Enrique Symns, conocí a la gente de editorial Cuenco del Plata que es una editorial de libros más artísticos que sacaron sus libros. Uno es acerca de mi vida musical -anécdotas de la época de Sumo, del rock, del jazz, conversaciones que grabé con músicos en las que conversamos de cualquier temática - es como una especie de blog, pero convertido en un libro de mi vida musical. Ese sale primero.
Después sale la biografía de Narciso Ibáñez Menta que la escribí con un amigo y que trata la vida de un personaje, actor y creador de criaturas terroríficas. Ese sale en octubre por El Corregidor.
Después en el 2010 saco un libro con Editorial Planeta, que es un libro de reflexiones mías pero de humor, de cosas que nos pasan, todavía no tengo el título. Son cosas de la argentinidad, de lo “tilingo” que somos nosotros, de la sociedad en la que vivimos, los caretas, tiene reflexiones acerca de los medios, acerca de Tinelli, pero es un libro de humor, muy satírico, muy irónico.
También estoy sacando un nuevo disco a mitad de año y voy a tener que hacer un montón de presentaciones con mi banda.


¿Va a estar Gustavo Cerati ahí, no?

Al final no va a estar. Mirá, con Gustavo tuvimos una negociación porque tengo buena onda con él y él tiene buena onda conmigo. Tenemos una afinidad, una especie de buena amistad que surge a partir de que el escuchó un disco mío “SúperChatarra” y me hizo unos comentarios muy buenos. A Cerati yo ya lo tenía clarísimo.
Después en el año 2000, lo llevé a tocar a “Fútbol de Primera” sólo con la viola y ahí pegamos más onda. Después me invitó a Córdoba a ver a Soda Stereo y fui, y terminamos tocando en River con Soda. Surgió la posibilidad de que lo entrevistara acá en Rock and Pop, y él me dijo “lo único que nos falta es grabar algo juntos”, me lo dijo así, al aire y yo le dije “bueno loco, te tomo la palabra, vamos a grabar”.
Nos juntamos en su estudio hace un tiempo y nos destapamos una botella de vino y después nos destapamos otra y no grabamos un carajo. El me empezó a mostrar los temas nuevos que estaba grabando, y nos empezamos a colgar. Le empecé a mostrar mis temas, nos pusimos a hablar de un montón de cosas ¡y era el día que teníamos que grabar! Se hicieron como las cuatro de la mañana y no dio.
Fue a fin de año, él en enero ya se iba a Punta del Este con los hijos y la novia. Y yo en un ínterin metí todas las violas con otro violero, no de mala onda, porque tenía a Baltazar Comoto que es mi guitarrista. En todos los huecos que iba a grabar Gustavo, metió violas Baltazar y quedaron buenísimas y ya dije, “bueno loco no toquemos esto, déjalo así y yo me arreglaré con Gustavo, haremos algo en otro momento”.


¿Qué te pasa cuando tenes que entrevistar a personas que admiras como en el caso de Spinetta? ¿Cómo logras separarte de esa admiración?

Es difícil, porque uno tiene que vivir la vida de una forma genuina. Yo no me puedo hacer el canchero con Spinetta, no es honesto de mi parte. Yo siento una gran admiración por él y la entrevista está hecha desde ese lugar. Yo alguna vez le dije “Loco, pero vos sos Spinetta” y el me dijo “pero vos sos Gillespi”. Pero yo no soy Gillespi, él es Spinetta. Yo no soy fan mío, yo no me la creo de mí porque yo soy un tipo común y desde ese lugar le hice la entrevista.


Hay un tema tuyo que se llama Sr. Méndez y es una crítica al menemismo, pero la gente no lo entiende porque es instrumental ¿Cómo es una crítica a alguien desde lo instrumental?

Fue ese el móvil del tema, lo que me llevó a componerlo. Fue el menemismo que me parecía un cambalache. Menem me parece un ser cambalachesco, ni siquiera me atrevería a decir que es un hijo de puta, porque en realidad es un emergente del país que vivimos nosotros que es todo así, o sea, yo no sé qué tan malo es, más que Macri o más que tantos que están dando vueltas y que la gente los vota. En ese momento me parecía un delirio el Menem que estaba con los Rolling Stone y que después va a jugar al básquet.
Es un tema que es una cosa cambalachesca, es medio grotesco, desde la melodía, es un tema para Menem que en mi material paso desapercibido, que no se sabe, no se transmitió esa idea ni en pedo, y no me acuerdo en que concierto lo dije públicamente y la gente se cagaba de risa como si estuviera contando un chiste. Entonces digo “pero muchachos soy compositor de jazz de protesta”. Causó gracia y quedó así.


¿Por qué no se consiguen tus discos?

El disco es un reflejo de un momento, al igual que los conciertos. Yo hago esas cosas movido por una energía muy infantil. Yo hice una Trastienda hace poco, antes de fin de año y se agotaron las entradas y mi manager decía “Hagamos diez mas”. Pero yo quería tocar una sola vez, porque tenía un montón de obligaciones y me pasa lo mismo con los discos. Como soy independiente y soy mi propio dueño. Ahora este nuevo disco, sale por Sony, que es una gran empresa y ahí surgió ese tema: "por qué no reeditamos, ya que todos los discos son tuyos, contractualmente no estas ligado a nadie, por qué no agarramos, aprovechamos y sacamos todo lo anterior por Sony, con una buena distribución”. Y lo estoy evaluando. Es muy posible que ahora se consigan todos y si arreglo eso, van a levantar una baldosa y van a salir tres discos míos.
La verdad es que me colgué. Es cierto que mucha gente me dice que los discos no están, pero también están pirateados o por Internet.


¿Te jode que aparezcan discos tuyos pirateados?

Es ridículo. Mirá, Piaget decía que la inteligencia es el poder de adaptarte a las nuevas situaciones, o sea, si yo me quedo aferrado, abrazado a un compact diciendo “esto no se puede duplicar”, soy un estúpido. Evidentemente no me adapté a los nuevos tiempos, con que haya un cd hay diez millones a los dos minutos.
Yo creo que el gran dilema de este momento de la industria discográfica, es justamente como se puede superar esta situación. A mí, en lo personal, no me preocupa para nada, porque no te la voy a caretear y hablo en nombre de todos los músicos, los músicos ganamos plata tocando.
En la piratería el que más pierde es el sello discográfico, el artista no.
Porque si Bersuit se piratea diez millones de discos, lo van a ver diez millones de tipos a River y se la ganan toda, el que pierde es el sello que le banca 200 lucas en un disco a Bersuit que no la va a ver nunca más, que les financian una producción fabulosa y que no la recuperan.
Al músico la piratería no le genera una perdida, lo que pasa es que todos los músicos se solidarizan con su sello. Porque el sello va y te pone 200 lucas y te dice “loco te la estoy poniendo mía viva y el disco al otro día está en Internet, teneme un poco de onda”. Entonces el músico sale y habla y se pone en contra de eso.
En realidad uno gana el 10 por ciento de lo que vende el disco. Te lo digo corto y sin pelos en la lengua para que quede claro. Yo con “Bell Ville”, gané dos pesos por disco y vendí 5.000, gané 10.000 pesos y a esa suma la gano en una Trastienda y es un laburo infernal hacer un disco.
En cambio, voy a la Trastienda, entro con la trompeta, digo “Hola, que tal” y dame la plata. Nada que ver. Por eso es que no me calienta la piratería de discos, yo los regalaría, yo pondría una mina en minifalda con una remera que dice “Gillespi” acá en la esquina y regalando compacts. No los cobraría nada a los discos, porque es publicidad que te permite hacer un nuevo show, con nuevos temas y económicamente eso es lo que te rinde


Tuviste la suerte de tocar con muchas bandas y músicos ¿Con quién te gustaría tocar?

Sabés que no pienso de esa manera. Yo no quiero tener como el tipo que se dedican a la caza mayor, la cabeza de Ricardo Mollo, de Charly.
Yo tranquilamente puedo disfrutar de Charly sin tocar con él. No tengo esa cosa de ego, de que necesito tocar con alguien porque me falta esa figurita. Del exterior no me gustaría tocar con nadie. No me interesa. Dejame tocar con mis músicos que son unos divinos.
Ojo, soy un admirador de un montón de grosos de acá, me gusta Charly, el flaco Spinetta, me gusta el Indio, me gusta Andrés, me gustan Los 7 Delfines, me gusta Divididos, Aznar me parce un músico increíble, pero la verdad es que no tocaría con nadie de ellos. Si me voy a primera fila a verlos tocar, pero no necesito tocar con ellos, incluso, la mayoría son unos histéricos insoportables...


Es redundante definir a Gillespi, es partir de lo simple, sin vueltas. Es ir a buscarlo afuera del Paseo Colón y acordar un encuentro. Es saber que el tiempo que se invierte en la espera da sus frutos, es estar frente a alguien que mantuvo sus convicciones, frente a alguien que le compró su primer trompeta a un corista de Iglesia para ir a buscar a Pettinato y salir a tocar con Sumo hace veinte años atrás. Sin intermediarios, ni agenda.
Afuera empezaba a refrescar, suponíamos que el final se acercaba y era saludable hacerlo. La entrevista debía tener una resolución de veinte minutos. Había pasado casi una hora y después de apagar el grabador, seguíamos charlando. Intercambiamos opiniones del estado de los medios de comunicación en la actualidad, de cómo se fueron cerrando las puertas, de la necesidad de reinventarse en tiempos de crisis, de creer en lo que uno hace y hasta de su remera de Miles Davis.
Sobre Freire nos partimos en dos, él por un lado e Ignacio y yo por otro. Nos fuimos masticando alguna consideración final que terminamos de digerir –o no- en una pizzería de Colegiales. Esas cosas que quedan grabadas en las retinas e incisuras y que llevan impresas la estirpe de anécdota y que como se sabe, es más rica si se cuenta en un asado con amigos.
Nos colgamos dice Gillespi y eso bastó para definir todo.

miércoles, 3 de junio de 2009

ENSAYOS BONSÁI


Qué tienen en común el rock, la política, la literatura, los estados de ánimos, las fiestas de la modernidad, el futbol, el cine y la historia? Que todos confluyen y conviven dentro de Ensayos bonsai, la última criatura de Fabián Casas que vio la luz a través del sello Emecé.

El ensayista de Boedo, arremete con una serie de ensayos que difunden la cultura de la contracultura y el boicot de la dictadura de la eficacia literaria sobre cómo hay que narrar. No en vano, a modo de introducción, Casas elige una cita de Davis Duchovny: “Lo que yo busco en la performance de cada actor es el Hamartia, un término de arquería que se refiere a la forma en que se yerra, no a la forma en que se acierta”.

Citador compulsivo y constructor de relaciones a modo de cruces para encontrar el punto G en la lectura y evitar fascismos narrativos, Ensayos bonsai ostenta 227 páginas escritas con la prosa del tuntún bajo el by pass del formato blog. Escritos que ya han salido publicados en el Diario de Poesía, en suplementos de cultura, en revistas como La Mano y en blogs como El Señor de Abajo, Mal Elemento, y El Remisero Absoluto. Todos ellos, que se leen de un tirón y que generan en el lector una abstinencia por seguirle los pasos al ensayo siguiente.

Piezas como “La repetición”, “La solarística”, “Permanencia bajo el arce” o “Rita y Bertoni” son apenas algunas de las muestras de la apreciación de Casas por el estado de las cosas y la cultura. Un escritor necesario con un libro necesario que deja en la conciencia de quien acude a sus páginas, la sensación de que cuando se lee a Casas, también se lo está escuchando, con un buen vino de por medio.