lunes, 7 de septiembre de 2009

ARBITRARIEDAD


La noche del 27 de agosto del 2009, la señora Fridgman, ansiosa por una crisis de nervios surgida como catarata de discusiones existenciales con su marido, tomó la mejor de sus cuchillas y se dirigió a la cocina, para terminar con la obra maestra que había empezado a meditar desde hace unos meses atrás.

Al ingresar, planeó con la mirada ese hermoso caos. Las ollas en el piso, los vidrios rotos, las paredes manchadas, las caras de pánico de su hijo y el perro. Un contexto soñado, para la envidia de Alfred Hitchcock y la posterior molestia del fiscal.

Tenía en su mano un corte profundo y necesitó de una venda para parar la hemorragia. Era la primera vez que llevaba a cabo algo así y la consumación del acto le significó una herida de consideración a lo largo de su palma que casi mutila uno de sus dedos.

Suspiró y con un soplido se corrió el flequillo de la cara, mientras limpió su mano izquierda en el viejo delantal blanco, que debido a las circunstancias imperantes, comenzó a teñirse de rojo. Un rojo intenso.

Sonrió. Estaba satisfecha con el trabajo hecho aunque aun no había terminado. Decidió entonces, culminar con lo empezado porque no quería dejar huellas que comprometan su situación y en minutos más llegaría el fiscal.

Para esto, pidió la colaboración de su hijo y encerró al perro –bastante alterado por la escena- en la pieza contigua.

Entonces era el momento, hundió la cuchilla sobre el cuerpo frío y el líquido rojo y espeso -por la baja temperatura- comenzó a fluir lentamente desde todas las arterias posibles a la hendidura del filo.

Primero presionó con fuerza para atravesar las partes mas duras y luego con oficio para diseccionar los trozos que todavía conservaban cierta esponjosidad. Comprobó que la materia no estaba del todo congelada y eso la molestó porque no resultaba conveniente. Fridgman era perfeccionista y un tanto neurótica. De fondo se oían ladridos.

Repitió el ejercicio con admirable monotonía y precisión, hasta que de esa anatomía original sólo quedaron partes geométricamente imposibles de ensamblar, pero artísticamente dispuestas para caber dentro de diferentes recipientes y limpiar la escena del hecho. Su hijo achinaba la mirada, ponía cara de asco y colocaba delicadamente cada pedazo de materia en su respectivo lugar.

Ambos especularon con la posibilidad de que sería imposible borrar los rastros de lo sucedido.
Así fue. El fiscal llegó cinco minutos después de que la señora Fridgman y su hijo mutilaran por completo la morfología en cuestión. El desorden era incorruptible.

El día era un tanto caluroso y varios vecinos colmaban la puerta de la casa, rodeando a la señora Fridgman que yacía manchada de rojo y llorando con las manos cubriendo su cara.

El fiscal corrió a los vecinos de lugar y les dijo que él se encargaría del tema.

Adentro, su hijo se había encerrado con el perro que seguía ladrando y cuando el hombre comenzó con el interrogatorio en el lugar de los hechos, la señora Fridgman se notaba desencajada. Minutos más tarde, se hizo cargo de lo sucedido.

Afuera, la sensación térmica bajo de forma considerable y los vecinos se fueron esparciendo lentamente.

Fin.

Apéndice:

Uno de los principios que la literatura le ha robado al signo -y a Saussure- es la arbitrariedad. La magia de la historia radica en que el desenlace debe tener la misma ley que une al significante con el significado. Y eso señores, sólo depende de ustedes y de estas opciones:

A: La señora Fridgman acaba de matar a su marido con la complicidad de su hijo. Llora porque -indefectiblemente- luego de confesar el crimen al fiscal, va a ser juzgada y encarcelada.

B: La señora Fridgman ha preparado una exquisita torta helada de frambuesa para su marido, el fiscal. Llora porque entiende que le salió mal y la sorpresa -que buscaba enmendar las discusiones que venían sosteniendo- quedó frustrada.

C: Lo que la arbitrariedad de su mente diga que tiene que interpretar.

1 comentario:

Anónimo dijo...

C: La Sra. Fridgman está preparando empanadas de carne cortada a cuchillo, está por recibir muchos familiares, entre ellos.. uno es fiscal! Llora de emoción cuando lo ve (hacía tiempo que no veía a su hermano), le cuenta que habia peleado con su esposo.. porque sigue en desacuerdo que él fuera a cenar.


·SO·

pd: un agradecimiento para utóp!cä nunca, no?!