miércoles, 10 de septiembre de 2008

JUSTIFICAR A CUALQUIER PRECIO


Justificar. Acá radica el meollo de la cuestión, en justificar. Cometer un acto y encontrar una causa justa -si es posible noble- que lo haya motivado. Es la clave del éxito. El fino arte de separar a la conciencia de la culpa.

Y así pasan los años y vivimos justificándonos, incluso en los actos más insignificantes. Desde haber robado un caramelo, hasta incurrir en un engaño corruptivo, siempre hay un argumento dispuesto a salvarnos o a morir en el intento.

Por esas cosas del destino, -inexorablemente o no- las justificaciones pasan y quedan los hechos, y son estos los que nos convierten en verdugos y víctimas, en jueces y juzgados, los que determinan que seamos el Lennon de Nixon o el Maradona de Shilton. Pero la vida, es una cadena parecida al Darwinismo social, en efecto, siempre hay un pez más gordo y con intenciones nefastas respirándonos en la nuca. Siempre habrá un Chapman para un Lennon, dispuesto a dispararle cinco veces por la espalda; siempre habrá un Havelange dispuesto a cortarle las piernas a un Maradona. Después vendrán las justificaciones, las condenas, las pruebas, las indulgencias, el humor ácido, la extremaunción o los llantos. Lo cierto es que lo hecho, hecho está.

Y como si con la injusticia no alcanzara, la impunidad se cierne sobre ellos a la hora de su juicio final. Afortunadamente para sus ideologías y sus actos, estamos en el siglo XXI y ya no existen hogueras que consuelen la herejía, con lo cual, Juana de Arco estaría a salvo, a no ser que tenga la misma suerte que Sadam Husein y sea juzgada por un tribunal pro yanqui, siendo condenada a una de las decisiones mas retrogradas en la actualidad: Morir en la horca.

Juan Manuel de Rosas aplaudiría de pie el fallo, mientras un hilo de baba haría equilibrio en su boca, y Esteban Echeverría, tendría al alcance de su mano la oportunidad de llevar a cabo una nueva edición de “El Matadero”, esta vez algo más taquillero, con efectos especiales y latiguillos de índole “Hasta la vista babe”. Ya puedo vislumbrar él titulo: “El Matadero Reload”.

Sofovich se frotaría las manos escatimando con la posibilidad de llevar el proyecto al teatro de revista y repartir los papeles en plena calle Corrientes, entre Florencia de la V y Rolo Puente. Nazarena Vélez abstenerse. Adrián Suar, en cambio, analizaría la posibilidad de una miniserie o un unitario, una vez por semana, al término de “Bailando por un sueño”. La frivolidad al pie del cañón.

Pero lo frívolo es superficial y su justificación muere al apagar la tv. Se desvanece. Para la tranquilidad de Lovecraft, ese mundo lindante pero quizás completamente alucinatorio, es efímero. En consecuencia, volvemos a la realidad, aceitamos los mecanismos que nos permiten vivir, que no son otra cosa que una serie de hechos justificados, de los cuales a la brevedad, se desprenderá su justificación, dejando al desnudo al hecho, que al fin y al cabo, es lo único que importa. Porque lo hecho, hecho está.

Entonces, apelamos al ejercicio de olvidar y luego al de la memoria. Nos sometemos a esta dicotomía, circulamos por sus límites, vamos de un lado a otro. Reposamos en la memoria para acordarnos de viejas buenas etapas y automáticamente, recurrimos al olvido, para tratar de borrar de nuestras mentes aquellas palabras que no queríamos escuchar, en momentos inoportunos y en tiempo y forma equivocada. Es cierto, nos gustaría volver el tiempo atrás, pero lo hecho, hecho está.

Aunque parezca mentira, el mismo sistema también parece regir las leyes que dictan el comportamiento popular.

Jorge Rafael Videla justificó el asesinato de 30.000 personas con tres palabras: “Algo habrán hecho”. La justificación se deshizo en el aire porque nadie podía devolverles la vida a esas 30.000 almas. Lo hecho, hecho está.

En mayo de 1977, un grupo de madres con un pañuelo en la cabeza caminaban en ronda en plena Plaza de Mayo. No jugaban al huevo podrido; pedían por la aparición de sus hijos de los cuales no sabían nada.

Al respecto, el mismo Videla dijo que eran desaparecidos. “No tienen identidad”. “No están”. Toda una novedad por cierto. La argumentación volvió a caer, esta vez por inercia. El hecho sigue en pie, las Madres no se olvidan, hacen memoria, exigen juicio y castigo y lo pueden explicar mejor. Pero lo hecho, hecho está.

Con la misma facilidad, aplaudimos el mundial 78. ¡Y que justificado estaba!, era causa nacional y
nunca habíamos sido campeones de nada. De la misma manera, en 1982 apoyamos la guerra de Malvinas, nos movilizamos, compramos chocolates y tejimos abrigos de lana porque había que morir por la patria. ¿Qué mejor justificación que esa? Ninguna.

En efecto, allá fueron los pibes de dieciocho años, que tenían edad para pelear en una guerra, pero no para casarse. No importa, porque lo hecho, hecho está.

En agosto de este año, el represor Antonio Domingo Bussi declaró ante el tribunal que lo juzga junto a Luciano Benjamín Menéndez por la comisión de delitos de lesa humanidad a partir del secuestro, tortura y desaparición del ex senador provincial Guillermo Vargas Aignasse en 1976.

Para Bussi, la figura del desaparecido es "un arbitrio psicológico" de las organizaciones "terroristas", y además justificó su accionar amparándose en que el país estaba por entonces "en guerra". Como si fuera poco, Bussi se consideró un perseguido político con lo que no sólo justifica sus actos, si no que además se cree víctima. Aunque no piensa lo mismo de las personas que mató, secuestró y torturó. Lo hecho, hecho está.

Hoy Bussi está condenado a prisión perpetua, con la salvedad de que tiene 82 años y el ex jefe del Tercer Cuerpo del Ejército, Luciano Benjamín Menéndez -que corre la misma suerte- tiene 81. La justicia les llegó en forma lenta y fraccionada, hubo que esperar más de 30 años. Sus abogados interpelarán para que la prisión sea domiciliaria. Que sea como sea. El orden de los factores no altera el producto porque lo hecho, hecho está.

Ante nuestros ojos, vimos los juicios de la verdad, el exterminio de nuestros mejores ideales, nos fumamos los indultos y las leyes de obediencia debida y punto final. Vimos a las madres marchar en ronda, festejamos sus treinta años. Vimos descolgar los cuadros de la ESMA, fuimos testigos de la justicia lenta y fragmentada y todavía nos preguntamos: ¿dónde está López?

En cada uno de estos casos, cada individuo en particular priorizó un ejercicio sobre el otro, sea el de la memoria o el del olvido. La elección del mecanismo pasa a segundo plano, también las justificaciones de la misma, o el motivo de su pensamiento. Nos gustaría volver el tiempo atrás, pero lo hecho, hecho está.

1 comentario:

German dijo...

"lo hecho hecho esta" no existen príncipes o demonios, todo tienen un poco de ellos adentro de cada uno.
cuando tenes una meta no ves a los costados, actúas según tus valores y los hechos que en dicho momento se encuentran vigentes.
no siempre podemos actuar idealmente, no podemos ponernos la capa y salir a buscar al malo como lo hacia en la ficción Superman o la liga de la justicia.
pero siempre son buenas la palabras cuando no podemos tener acciones.

un abrazo grande

German