viernes, 27 de febrero de 2009

DE SUICIDAS, CARDIÓLOGOS Y ALGUNOS AMORES


En “Motivos para no enamorarse”, Celeste Cid dice un latiguillo que es letal. Sentada frente a Jorge Marrale, -a quien su carrera lo ha premiado con la irrepetible experiencia de besar esa boca-, la princesa dispara: “Tengo cierto sentido trágico de la existencia, que siempre me hace pensar lo peor de todo en cualquier situación”. La frase podría servir para enmarcar cualquier manifestación patológica de la paranoia, pero como en esa escena de la película, los actores debaten sobre las intermitencias sentimentales de Clara -personaje de Celeste- el destino y las circunstancias quisieron que la cita se encasille dentro de los miedos que genera conocer a alguien y acerca de la imposibilidad de cerrar asuntos pendientes.

La peor de las conjugaciones que un morfema flexivo verbal puede hacer, ocurre cuando dentro del predicado, el lugar del sujeto tácito no nos corresponde. Lo anterior es igual a tener que soportar nuestro 11 de septiembre emocional. Aquel terrorismo que derribó el ideal no corrompido con el cual suponíamos que íbamos a comulgar -al menos- por un lapso de tiempo mayor a lo que fue en realidad.

Voy a partir de este precepto para pasar a la solución que la ciencia nos puso al alcance de la mano y que por aquellos caprichosos movimientos del causa y defecto me encontré una tarde de domingo, hurgando por el Clarín. La noticia decía así: “Diseñan un corazón artificial que podría implantarse en el cuerpo en forma permanente”

Para la ciencia y para el prestigioso diario del 8 de febrero pasado, no todo está perdido. El cirujano cardíaco Alain Carpentier creó un nuevo modelo de corazón artificial, una prótesis automatizada que podría implantarse de por vida en aquellas personas que necesitan un trasplante cardíaco. Para instalar este aparato, se deben extraer los ventrículos del paciente y en su lugar se coloca el artefacto, luego se unen las válvulas con las aurículas del damnificado y ya tenés un corazón nuevo de tejidos animales y titanio.

Además, según Clarín, el modelo de Carpentier “sería el primero capaz de determinar y adecuarse a las necesidades de cada paciente gracias a censores electrónicos muy sofisticados empleados en misiles”

Sin duda alguna, lo de Carpentier es quizás el avance médico del año a no ser que en lo que queda de este, se descubra la cura contra el cáncer. Permítanme, no obstante, llevar la contra. No es elegante ni prudente, pero si, justo y necesario.

Este corazón artificial nos va a dar un changüí en el difícil arte de respirar, pero la ingeniosa creación del francés, lleva implícita entrelíneas una contrapropaganda igualmente desesperanzadora. Les tengo malas noticias: El amor es la única de las facetas humanas donde matar al perro no significa que desaparezca la rabia.

Lo de Carpentier, no es otra cosa que el Sildenafil que asegura un mayor flujo de sangre, que por un determinado lapso de tiempo va a asegurar el éxito viril de experimentar la sensación de satisfacer los bajos instintos. Pero, no viene a solucionar el abominable tiempo que nos separa física, temporal y espacialmente de aquellos sucesos pasados, recientes y lejanos que nos madrugan cuando llega la noche. Dicho en otras palabras, es el descuento de un 3 a 0 en contra.

La destreza no promocionable de este tipo de novedades radica en pasar por alto lo que la cabeza coagula sin necesidad del corazón. Y para eso, todavía no se invento ningún chip transferible que pueda sacar del disco rígido personal e inamovible, los momentos que nunca quisimos vivir. ¿Por qué el ser humano al igual que las computadoras no tiene por alguna parte de su cuerpo un botón de reset para apretar en caso de que se quieran borrar de nuestra memoria RAM momentos no deseados?

Está empíricamente comprobado que una vez que el cuore humano deja de funcionar como un relojito, el cerebro puede subsistir sin oxígeno hasta un lapso de cuatro minutos. Luego de esto, no hay vuelta atrás. La inevitable muerte se materializa finalmente como inevitable.

Para lo que todavía no hay subsistencia comprobada, es para cuando la misma operación sucede a la inversa. No hay respiración boca a boca ni electro shock a revoluciones exageradas que resuciten la muerte cerebral.

La desinencia premeditada que se ve, (pero se opta por ignorar), termina siendo el angioma por el cual ninguna obra social va a querer hacerse cargo. El “yo lo sabía” de ayer, es el peor de los combustibles que acelera todo aquello que no se debe hacer, pero se puede. La peor de las hipocresías que nos podemos creer es aquella que gira en torno a querer atribuirle al corazón de los demás, el mismo respeto que pretendemos para el propio. Maldita distopía que promulga San Valentín. No hay caso, post mortem, es mejor arder que desvanecerse. Gracias Kurt. De esa forma, quizás el Apocalipsis tenga sentido.

Después, supongo que las indulgencias y decir todo lo que no se dijo puede ser una especie de anestesia, no obstante, hay que estar psicológicamente preparado para afrontar el momento. Una razón descafeinada no es suficiente para abarcar un corazón etílico. Sola por sus medios, es como la leche en polvo, necesita de otro elemento para que se transforme en tal.

Hay un párrafo que es este y que te quiero dedicar. No es bueno salir a la calle desprevenida, ante tantos ojos que sólo te ven de esa forma, sabelo. Este si, que es un mensaje para vos. Espero llegue a tiempo. Hasta acá me doy el lujo de ser egoísta. Sentite bien que lograste mucho.

El problema de las ciencias duras es que siempre subestimaron a las ciencias sociales. Las tildaron de blandas sin leer el prospecto que advertía los efectos paralelos que las contraindicaciones médicas y clínicas vaticinaban, si se las llegase a descuidar. Con la llegada de la modernidad, lograron igualar a la iglesia y con el correr del tiempo sobrepasarla, pero están cometiendo el mismo error que con ellos cometió la institución eclesiástica. Lo peor de todo es tratar de internalizar que es tarde. Que lo que ayer renovó, mañana cansa. Todo estalla alguna vez.

René Favaloro inventó el by-pass y la máxima condecoración que le dejó este país fue un boliche en Bariloche con ese nombre. El tiro fue directo ahí, al corazón, porque no aceptó ver como le daban vuelta la cara y porque quería dejar un mensaje. No lo entendimos.

Bienvenida sea entonces, la sociedad toda, a la divina comedia del aneurisma cerebral. Después no digan que no les avisé.

Che, me quede pensando algo que me quedó dando vueltas en la cabeza, hasta ahora: ¿Vieron qué linda está Celeste Cid?

4 comentarios:

Unknown dijo...

symns leyenda!!!!!!

ID dijo...

"Una razón descafeinada no es suficiente para abarcar un corazón etílico."...Me quedaré siempre con esa frase -como la que me marcó de rolanga-
Hey, tu propia frase lo explica todo. Así funciona...
Y por eso vale la pena que destrocen los corazones y que nunca aparezca un ñoño científico que invente uno de lata...
Me afané tu frase para siempre...
En ella esta la razón de la clásica frase..."el corazón tiene razones que la propia razón nunca entenderá".
Y lo que pienso sobre Celeste, pues, estamos en horario de protección al menor...Te lo cuento en la cena mejor con las cucas!

Anónimo dijo...

zurdo deja la utopia para otra realidad

Ezequiel Coria dijo...

Que sigan existiendo los golpistas de corazones porque renacemos. No abandones esa frase, atala siempre al lado de tus emociones más sinceras. Estás acorazado de felpa U-riarte