jueves, 23 de julio de 2009

ANARQUISTAS DEL AMOR (5° Parte)

Estimado Watson:

Acabo de recibir su última carta y noté con cierta alevosía y preocupación, que los estupefacientes digeridos por usted en este último lapso de tiempo, han alterado su ya cuestionable capacidad de comprensión de los fenómenos externos de modo irreversible.

¿Está usted enfermo o qué clase de antisemitismo experimenta?

Revindicar a Hume para establecerlo como ejemplo de traumas amorosos, es como usted dijo en su primera carta “pretender que un chapista nos explique la teoría de la relatividad”. Está mordiéndose la cola. Ahora las armas que en un primer momento le servían de batalla, se han vuelto en contra suyo.

Sus argumentos se ahogan en su propio vómito. Perdone mi postura, pero me niego rotundamente a reflexionar sobre tipos que priorizan los sentidos por sobre la razón, porque me parece que rebobinar en la evolución del pensamiento, no tiene -valga la redundancia- sentido alguno.

Además, no puede desprestigiar a la ética porque tamaño despilfarro atentaría contra Kant, que sin lugar a dudas fue el filósofo mas importante para la constitución del ideario de modernidad.

¿Con qué fin Watson? Si podemos comprender por nosotros mismos el mundo y poder progresar en la interpretación de la historia, el amor, la ciencia y lo que usted se imagine.

Pretender volver a concepciones de Hume es asimilar el mundo y sus relaciones en forma errónea, es creer que lo determinante en el acto de conocer las manifestaciones sociales son los objetos y no los sujetos, y eso habla mal de usted como paladín del amor, Watson. Porque de esta forma, está dando lugar a que se tergiverse su reputación dentro de las artes románticas, ya que con facilidad se lo puede acusar de que trata al sexo opuesto como un mero objeto.

Le hago aquí un paréntesis y aprovecho para dejarle un consejo: antes de cantar jaque mate, asegúrese de no descuidar al rey y mucho menos a la reina.

¡Bienvenido al idealismo trascendental! Sinceramente le digo, lo creía mas adelante en la historia. Con lo cual ya puedo vislumbrar otra segunda conclusión de nuestros intercambios epistolares: la convicción acerca del nivel de conocimiento que tiene uno acerca de otra persona es inversamente proporcional a la realidad.

El mundo, Watson, es una representación. Una idea en la mente del sujeto (al igual que las relaciones que un ser humano teje a lo largo de su vida) y todos los giros y las posibles consecuencias que de ellas derivan son lo que para Kant significaban los nouménos, es decir, todo aquello que no se puede conocer y que nos excede. ¿Ve por qué no creo en el amor?

Porque al no tener lógica se nos escapa de las manos, y en consecuencia, tarde o temprano terminamos afectados por las invariantes de las sensaciones que mortifican nuestra sensibilidad. El problema es que una vez que este conglomerado de frustraciones chocan contra uno, no hay ni espacio, ni tiempo que pueda ordenarlas, porque estas sensaciones ya se encargaron anticipadamente de desordenar nuestra capacidad de asimilación anulando toda posibilidad de emitir juicios (al menos de índole positiva). Dicho en otras palabras: nos noquea antes de que empiece la pelea.

Lo anterior, creo que en cierta forma grafica ese abominable panorama invasivo del que tanto le hablé. He aquí mi situación: las cosas me exceden y eso se ha sustantivizado en un descreimiento de toda relación que sobrepase la media hora con el sexo opuesto.

Luego de tamaña experiencia, lo único que le queda a un hombre como yo, es amoldar su estirpe a una ética del deber ser. Una ética deontológica donde intente fundamentar racionalmente las cuestiones de la moral. Es sólo un mecanismo de defensa y sobre esto no quisiera polemizar demasiado ya que tengo miedo a reaccionar de forma indebida.

Sabrá entender mis reservas, sólo expondré que internamente cada uno conoce sus instancias de tensión, que éstas merecen su debido respeto para lograr una autonomía moral que nos permita darnos la propia ley, que es la que va a regir sobre todas aquellas acciones que impulsemos en los distintos ámbitos que frecuentamos, con el único fin de obtener pequeños objetivos que nos hagan creer que flotamos bajo el auge de cierta victoria diaria, para poder ir a dormir con un nivel de tranquilidad aceptable en nuestras conciencias.

Creo que la gente que al pasar frente a una iglesia se persigna siente algo similar a lo que acabo de describir. El amor no es para cualquiera, sabe.

Al igual que Kant, soy un creyente en eso de que todos tenemos una máxima que gobierna el acto de la sensibilidad que antes le nombré, y que esa máxima es nuestro principio del querer. Es el imperativo que me ordena de manera categórica cómo debo obrar. Y en mi caso, ese principio me dice que no vuelva a confiar nunca más en una mujer. ¿Entiende?

Usted es platónico Watson, yo soy realista. No existe ni la democracia, ni la república, ni el amor perfecto. Desengáñese. Las cosas tienen movimiento y usted se está estancando por querer ser el fundamentalista de la utopía en el siglo XXI. El contexto no lo favorece e indefectiblemente termina construyendo castillos de arena.

En este sentido, Aristóteles tenía razón cuando aseguraba que la democracia era algo nefasto porque desembocaba Irremediablemente en la demagogia. Yo creo que al personaje que usted montó, le pasa algo similar pero en el amor.

Pero lo que más me preocupa es que esta ficción se lo devoró por completo y con ello su capacidad de distinguir las cosas, que es mucho más importante que verlas.

Déjele el trabajo de Cupido a Cupido, que por cierto tiene pedido de captura internacional.

Suyo, “Beto” Cuevas.

Nota: El vino es para maricones y gente sin clase.

Nota 1: Creo pertinente que sus citas de Sartre sean dejadas de lado ya que este basó su relación con Simón De Beauvoir en la honestidad y la libertad. Cada uno poseía independencia económica, sentimental y sexual. Nunca se casaron, nunca vivieron juntos y nunca tuvieron hijos.
Como lo ve, una relación inusual ya que ni usted, ni yo, pretende lo mismo en una pareja.

Nota 2: Sí, soy Menottista

Nota 3: Seguramente usted es Bilardista

1 comentario:

maria.padegimas dijo...

No existe ni la democracia,
ni la república,
ni el amor perfecto,
pero si existe el amor.
Desengáñese
y rompa con sus mecanismos de defensa de ud y del personaje que montó,
al cual le pasa algo similar pero en el amor.