martes, 14 de julio de 2009

ANARQUISTAS DEL AMOR (3° Parte)


Watson:

No es ético. Sus lecturas y las distintas aplicaciones de las mismas rememoran en mi lo que el filósofo francés Jean Paul Sartre describió como la nada. Cuesta entender como alguien en quien uno busca un refugio, se atreve a cuestionar interpretaciones tan incuestionables como las mías. A uno lo invade de inmediato una profunda sensación de desesperanza ante tamaña muestra de egocentrismo. ¿Hasta qué punto piensa seguir con la tortura?

Su problema es que goza de un estable estado conyugal, pero créame que las cosas tienen movimiento. Usted ha perdido el sentido de la orientación en forma notable. De otra forma, ningún ser humano que se jacte de pensante en la faz de la tierra podría sufrir una separación entre razón y realidad tan significativa ante una verdad ocasional indeseada para cualquiera.

Seguramente, también, este siendo motivado a responder de esta forma bajo los efectos de la influencia femenina de su mujer, a quien no conozco, pero tampoco me gustaría hacerlo. Le dejo una advertencia antes de adentrarme en el profundo debate catedrático, -que ante su respuesta- me veo en la obligación de continuar para evitar que conceptos erróneos se propaguen como miasmas hacia el resto del mundo.

Aquí va: tenga cuidado con quien se acuesta. Uno nunca termina de conocer a la persona que duerme a su lado, básicamente, por la sencilla razón de que nunca nadie se termina de conocer a uno mismo, y la vida, es lo suficientemente corta como para querer comprender a más de una persona. Después no diga que nunca le avisé.

En cuanto sus lecturas filosóficas, déjeme decirle que puedo vislumbrar un tipo de razonamiento deductivo bastante familiar al silogismo aristotélico que tanto Descartes criticó. En conclusión, su forma de razonar elimina el conocimiento de raíz, ya que no me agrega nada nuevo. Con lo cual, me empiezo a replantear seriamente que me motivó a escribirle por primera vez. Supongo que el hombre en situaciones desesperantes tiene dos formas de actuar, la primera es reinventándose y la segunda es haciendo cosas estúpidas. Yo sin lugar a dudas, he optado por la segunda.

No obstante, como me gusta finalizar con la cosas que empiezo voy a continuar con el intercambio epistolar hasta que usted caiga en la cuenta que está manejando definiciones inciertas.

Al igual que Descartes, creo que la razón es la cosa mejor distribuida entre los hombres. Todos la tenemos, pero a la vez, todos la ejercitamos de distinta manera. En fin, usted deduce y yo intuyo. Yo capto inmediatamente la realidad, usted sigue pasos y por lo tanto no llega a conclusiones firmes. Recuerde lo siguiente: pienso, luego existo.

Una vez dicho esto, creo que estoy en condiciones de afirmar que esta discusión no tiene más sentido, ya que la historia y el desencadenamiento de los hechos me han dado completamente la razón.

Ahora puede usted, tranquilamente, dedicar su vida a medicarse y a enviudar.

Muchas gracias.

“Beto” Cuevas

Nota: En cuanto a su lectura de Nietzsche, solo me delimitaré a decir que este tipo estaba loco y que, como tal, no puedo ser ni juzgado, ni tenido en cuenta. Sería poco serio.

Nota 1: Le regalaría mis discos de jazz, pero no estaría seguro que pueda usted llegar a comprenderlos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

No me resigno a morir igual, si creo que todo puede cambiar, como no voy a esperarte…