Cuevas:
Que extraña su última carta. Cuan contradictoria puede ser la vida y cuantas veces un ser humano puede incurrir en blasfemias irracionales frente a alguien que nunca tomó una postura bélica en esta cuestión y sólo se delimitó a tratar de sacarlo de ese pozo profundo en el que está sumergido.
Me duele tener que soportar filosos intercambios con una persona que creía intelectualmente liberal y abierta a los vientos de la vida; pero que viéndolo a la distancia propaga irracionalidades postradas y conservadoras que piden a gritos la eutanasia.
Usted no lo ve porque no puede. Sufre una especie de catarata cognoscitiva sumado a una interesante aniquilación del yo, que repercute en forma nociva el feedback entre ambos. De manera tal, que estoy en condiciones de afirmar que esta relación epistolar ha entrado en el túnel de la comunicación lineal, en la cual, yo soy el transmisor y usted el receptor. En la que –solo rigiéndonos por términos de superioridad del coeficiente- yo soy su maestro y usted mi alumno. En la que -rigiéndonos por términos de experiencia y capacidad para afrontar situaciones adversas- yo soy su padre y usted mi hijo.
Le suplico ya, tenga al menos la compostura, de sentarse, leer con atención y asimilar hasta donde pueda.
Su modo de justificar a Kant es en cierto punto inteligente. Usted planteó que “sobre esto no quisiera polemizar demasiado”, en un claro signo de desgaste ideológico e inferioridad racional en el debate. En el lunfardo lo llaman “abrir el paraguas a tiempo”. Me alegro que de a poco se empiece a dar cuentas de sus limitaciones.
No obstante, déjeme decirle algo que creo pertinente al contexto, para evitar reacciones fascistas que impulsan sólo un modo de interpretar al amor. Así como usted tiene su ética, yo tengo la mía, muy diferente a la suya (gracias a Dios) y un tanto más sociable, por cierto. Porque como diría Marx, no Karl sino Groucho, “Estos son mis principios, si no le gustan, tengo otros”.
En fin, Cuevas, no todo es blanco o negro, también hay matices, hay grises en el medio. Usted es un extremista y eso es una postura que debe corregir. Se lo digo como su guía espiritual, su norte, usted anda naufragando por los mares oscuros de la no relación, a la deriva. ¿Qué pretende hacer con su vida?, ¿esconder la mugre debajo de la alfombra? Sinceramente se lo digo, me ha despertado una figura paternalista del hijo que nunca tuve (pero que no tardará mucho en llegar), mientras tanto, lo educo a usted.
A mi entender, está negado con la vida porque en estos momentos, está atravesando la segunda de las tres etapas de lo que Hegel definió como método dialéctico.
Veamos… creo que lo que usted está experimentando y que desconoce, es un avance por oposición. Tuvo un primer movimiento: el de enamorarse; pero se chocó con una contradicción: la de no ser correspondido y caer en la conclusión que la persona que usted creía de una manera era de otra.
Ahora bien, entiendo que si sabe abrir las ideas de lo que está viviendo, va a saber encontrar su superación, ya que esta dialéctica de la que me estoy jactando está basada en tres momentos: Tesis, antítesis y síntesis.
Volvamos entonces: usted se enamoró de una persona X, he aquí la tesis de la que Hegel habla, esa es una afirmación. Luego, sufrió un desengaño amoroso, al ver que su novia se acostó con otro y rompió su corazón, he aquí la antítesis, es decir: la negación, el momento en el que usted ahora se encuentra. Pues bien, le tengo una buena noticia, su siguiente paso es la síntesis o sea la negación de esa negación, lo que para el filósofo alemán era la filosofía.
Que extraña su última carta. Cuan contradictoria puede ser la vida y cuantas veces un ser humano puede incurrir en blasfemias irracionales frente a alguien que nunca tomó una postura bélica en esta cuestión y sólo se delimitó a tratar de sacarlo de ese pozo profundo en el que está sumergido.
Me duele tener que soportar filosos intercambios con una persona que creía intelectualmente liberal y abierta a los vientos de la vida; pero que viéndolo a la distancia propaga irracionalidades postradas y conservadoras que piden a gritos la eutanasia.
Usted no lo ve porque no puede. Sufre una especie de catarata cognoscitiva sumado a una interesante aniquilación del yo, que repercute en forma nociva el feedback entre ambos. De manera tal, que estoy en condiciones de afirmar que esta relación epistolar ha entrado en el túnel de la comunicación lineal, en la cual, yo soy el transmisor y usted el receptor. En la que –solo rigiéndonos por términos de superioridad del coeficiente- yo soy su maestro y usted mi alumno. En la que -rigiéndonos por términos de experiencia y capacidad para afrontar situaciones adversas- yo soy su padre y usted mi hijo.
Le suplico ya, tenga al menos la compostura, de sentarse, leer con atención y asimilar hasta donde pueda.
Su modo de justificar a Kant es en cierto punto inteligente. Usted planteó que “sobre esto no quisiera polemizar demasiado”, en un claro signo de desgaste ideológico e inferioridad racional en el debate. En el lunfardo lo llaman “abrir el paraguas a tiempo”. Me alegro que de a poco se empiece a dar cuentas de sus limitaciones.
No obstante, déjeme decirle algo que creo pertinente al contexto, para evitar reacciones fascistas que impulsan sólo un modo de interpretar al amor. Así como usted tiene su ética, yo tengo la mía, muy diferente a la suya (gracias a Dios) y un tanto más sociable, por cierto. Porque como diría Marx, no Karl sino Groucho, “Estos son mis principios, si no le gustan, tengo otros”.
En fin, Cuevas, no todo es blanco o negro, también hay matices, hay grises en el medio. Usted es un extremista y eso es una postura que debe corregir. Se lo digo como su guía espiritual, su norte, usted anda naufragando por los mares oscuros de la no relación, a la deriva. ¿Qué pretende hacer con su vida?, ¿esconder la mugre debajo de la alfombra? Sinceramente se lo digo, me ha despertado una figura paternalista del hijo que nunca tuve (pero que no tardará mucho en llegar), mientras tanto, lo educo a usted.
A mi entender, está negado con la vida porque en estos momentos, está atravesando la segunda de las tres etapas de lo que Hegel definió como método dialéctico.
Veamos… creo que lo que usted está experimentando y que desconoce, es un avance por oposición. Tuvo un primer movimiento: el de enamorarse; pero se chocó con una contradicción: la de no ser correspondido y caer en la conclusión que la persona que usted creía de una manera era de otra.
Ahora bien, entiendo que si sabe abrir las ideas de lo que está viviendo, va a saber encontrar su superación, ya que esta dialéctica de la que me estoy jactando está basada en tres momentos: Tesis, antítesis y síntesis.
Volvamos entonces: usted se enamoró de una persona X, he aquí la tesis de la que Hegel habla, esa es una afirmación. Luego, sufrió un desengaño amoroso, al ver que su novia se acostó con otro y rompió su corazón, he aquí la antítesis, es decir: la negación, el momento en el que usted ahora se encuentra. Pues bien, le tengo una buena noticia, su siguiente paso es la síntesis o sea la negación de esa negación, lo que para el filósofo alemán era la filosofía.
Una vez que entre en esta etapa, indefectiblemente volverá a creer que las relaciones con el sexo opuesto deben sobrepasar la media hora y comenzará a fantasear con la idea católica de “hasta que la muerte los separe”. No se porqué, lo vislumbro de blanco frente al altar.
Sólo a modo de colación y para anticiparme a una posible respuesta suya, le voy a hacer la misma crítica que Marx le hizo a Hegel: “su filosofía es incompleta porque le falta praxis”. Sólo se queda en la teoría y la filosofía le exige algo más, le exige la solución a un problema que es palpable, que usted lo sufre.
Sólo a modo de colación y para anticiparme a una posible respuesta suya, le voy a hacer la misma crítica que Marx le hizo a Hegel: “su filosofía es incompleta porque le falta praxis”. Sólo se queda en la teoría y la filosofía le exige algo más, le exige la solución a un problema que es palpable, que usted lo sufre.
Pero eso, Cuevas, sólo depende de sus ganas.
Hasta acá, mis observaciones paternales y educativas. Espero las pueda apropiar. Le vendría muy bien.
Saludos, Watson
Nota: Le adjunto su inscripción al programa de alcohólicos anónimos. Me tomé el heroico atrevimiento de inscribirlo ya que su afición al Martini no le permite caer en la triste realidad de un alcoholismo bastante avanzado para su edad y organismo.
El lunes a las 4 de la tarde tiene usted su primera reunión.
Nota 1: Sí, soy Bilardista
Hasta acá, mis observaciones paternales y educativas. Espero las pueda apropiar. Le vendría muy bien.
Saludos, Watson
Nota: Le adjunto su inscripción al programa de alcohólicos anónimos. Me tomé el heroico atrevimiento de inscribirlo ya que su afición al Martini no le permite caer en la triste realidad de un alcoholismo bastante avanzado para su edad y organismo.
El lunes a las 4 de la tarde tiene usted su primera reunión.
Nota 1: Sí, soy Bilardista
1 comentario:
La sabiduría nos llega cuando no, nos sirve para nada…
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