sábado, 1 de agosto de 2009

ANARQUISTAS DEL AMOR (7º Parte)


Watson:

¡Que perseverancia la suya! Acaban de alcanzarme una carta de su puño y letra que casi olvido leer (pensé que ya se le habían disipado las dudas) y que me dispongo a responder a la brevedad con el único objetivo de que esta batalla (perdida por usted y trámite para mi) finalice de una buena vez por todas, debido a que comienzo a aburrirme y preferiría aprovechar el tiempo en otras cuestiones de mayor jerarquía y urgencia.

Para mi grata sorpresa, vengo yo a enterarme que soy una especie de hijo o alumno, y que ahora, formo parte de un círculo de drogadependientes que se reúne tres veces por semana a unas doce cuadras de casa.

Por suerte, no consumo ningún tipo de Haloperidol que saque por mi, conclusión alguna de las cosas que leo. ¿Qué raro que su entorno cercano no notó estas mutaciones en sus comportamientos?

No obstante, me consuela saber el hecho de que le guste el humor y Groucho Marx, ya que me permite vaticinar que lo que usted deduce y escribe refieren a una facilidad explicita para generar guiones cómicos, que por cierto le sale muy bien y de lejos se nota que tiene usted para la comedia, lo que se dice “pasta”. Lo felicito. Ahora bien, sus definiciones de Hegel son ciertas, pero debe saber de antemano que el método dialéctico al que usted refiere ya fue hecho por mi hace demasiado tiempo atrás y usted no lo supo observar (en la primer carta que le escribí está clarísimo).

Por lo tanto, sigue usted sin aportarme nada nuevo, con lo cual, debería revisar su título de Profesor Catedrático de Filosofía o volver a las bases, enseñando la misma en cualquier escuela primaria de algún pueblito perdido del conurbano bonaerense. Además, su estado conyugal, (falso por cierto), no lo deja ver la otra mitad de las cosas y en consecuencia usted sólo segrega fundamentos y visiones a futuro que empalagan a cualquiera, porque las mismas tienen un sobrepeso considerable de dulzura y melosidad. En otras palabras: da asco.

Una vez dicho esto, sólo me detendré en un punto en particular que delata la ingenuidad que desde hace rato le vengo señalando. A las pruebas me remito: en su carta anterior, usted agradece su ética a Dios y me vislumbra de traje blanco y dando el “sí” en una iglesia católica. Pues bien, sepa de antemano que yo no creo en Dios y mucho menos en la iglesia y que citar a Karl Marx (como usted lo hizo) es un acto de notable contradicción del que hasta el más novato de los profesores se hubiera percatado.

En este sentido, sólo le voy a recordar que al igual que yo, Marx era ateo. Siguiendo esta misma línea, voy a trazar un paralelismo que me parece especial para la ocasión y que usted olvidó tener en cuenta.

El problema suyo es que su vanidad no lo deja ver. Es asombroso su parecido con Feuerbach, aquel discípulo hegeliano que creía que había superado a su maestro. Usted opone frases a frases, usted cree que sabe pero en realidad no sabe, sólo cree.Tengo una mala noticia para usted. Dios no existe y el amor perfecto tampoco. Pensar en la fidelidad eterna es generar en las personas lo que Marx llamó la falsa conciencia y el gran dilema suyo, fue que su conciencia se acostumbró a aceptar las creencias como si fueran razones, por ende, la misma es ideológica y distorsiona las cosas, otorgándole un sentido totalmente contrario al que en esencia tiene.

En conclusión, las relaciones a largo plazo tienden a ser catastróficas y oscuras. El amor es el opio de los pueblos, porque le promete al hombre un estado de perfección sentimental y racional que nunca se lo va a poder dar. Nos adormece bajo ese estúpido concepto primitivo que no podemos distinguir porque experimentamos la anestesia que difunden esas mariposas en la panza y la cursilería.

Razón y sentimiento nunca van de la mano, Watson. A una le gusta lo dulce y la otra es diabética. Son el agua y el aceite.

¿Sabe qué? Al igual que Marx, lo voy a definir como un hombre alienado, porque creo que responde a necesidades creadas por su mujer y no a las suyas en sí. Piense y repiense esto último, Watson, quizás algún día le caiga la ficha, antes de que sea demasiado tarde.
Que la lógica se le deshaga en la boca (o donde sea).

Saludos cordiales, “Beto” Cuevas.

Nota: Una psiquiatra especializada en el tratamiento de pacientes influenciados por drogas de diseño pasará por su casa en la tarde de hoy. Tenga la delicadeza de ser lo mas amable posible con ella, después de todo, esta ahí para ayudarlo a reponerse de su inocultable dependencia de los psicofármacos.

La caligrafía de su puño así lo delata, ha perdido el pulso y tuve que pedir ayuda para poder entender su letra.

No me lo agradezca, es lo menos que podía hacer por usted.

1 comentario:

Sofia dijo...

Probando probando